Carlos del Pozo

Una vida entre libros

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A modo de bienvenida

Lleva uno ya cerca de treinta años escribiendo y publicando. Siempre me dio un cierto pudor reconocer que escribía, y mucho más considerarme escritor. Es más, hasta hace relativamente poco no me consideraba como tal pese a que a diario interpretara las cosas en clave literaria y observase la vida pasada por el tamiz de las historias y los personajes. Algunos premios modestos y cerca de un docena de libros publicados, amén de la inclusión de relatos en una veintena de volúmenes me van haciendo cambiar de opinión. Ahora no sólo me siento escritor sino que creo, modestamente, que lo soy.
  No me gusta esa gente que, enterada de mis afecciones literarias, se atreve a deducir que la escritura es para mí una afición o un hobby. Uno puede tener como hobbies coleccionar sellos, disecar cabezas de animales o dar la tabarra los fines de semana por las carreteras patrias a lomos de una bicicleta. Pero para mí la literatura no es eso, sino mucho más. Podría prescindir de escuchar a Mozart o a Bach, de ver a mi equipo de fútbol favorito -esto últimamente resulta saludable- y hasta de pasear por el bosque en otoño. Pero de funciones tan básicas para mi organismo como leer o escribir sé que no puedo desertar. Sería como renunciar a un órgano principal de mi anatomía.
  Mi hermano Javier es un tipo sesudo y perseverante. Si se presenta en tu casa y le gusta un mortero para hacer el
all i oli, ten por seguro que al final se lo llevará a la suya. Desde hacía tiempo me venía vendiendo la idea de hacer una página web dedicada a mi faceta de escritor. Durante bastantes meses me resistí, pero ya digo que Javi todo lo que persigue acaba lográndolo. Creo que la página le ha quedado hermosísima, y yo creo que no podré pagarle la deuda que acabo de contraer con su esfuerzo y tenacidad. Espero que desde ahora vengan más libros y más historias que puedan, si no saldar esa deuda, sí enjugarla un tanto, como esos déficits que desde las páginas de los diarios nos asolan cada jornada.


Bienvenidos por tanto al lugar donde habitan los sueños.