Carlos del Pozo

La vida en una página

El equipo de mi barrio

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Yo nací en una clínica del Paseo de la Habana que estaba a trescientos metros del Estadio Santiago Bernabéu. Mi padre me inscribió en el Registro Civil de Chamartín, y así consta en mi partida de nacimiento. Por lo tanto no miento si digo que el Real Madrid es el equipo de mi barrio, aunque ese fuera un barrio en el que nunca viví.
Cuando no había cumplido los tres años, el Madrid ganó su sexta Copa de Europa, la de los ye-yés. Yo no me acuerdo de eso, la verdad. Sí recuerdo a mi abuelo y mi tío Gonzalo -distinguidos madridistas- hablar maravillas de ese equipo y también del que ganó las primeras cinco Copas de Europa, con Di Stefano a la cabeza. Así estuve oyéndoles hablar muchos años. Hasta que en 1981, poco antes de alcanzar la mayoría de edad, pude ver cumplido uno de mis sueños: ver al Madrid jugar una final de la Copa de Europa. La perdimos, en París y contra el Liverpool -curiosa paradoja ahora-, con aquél equipo de
los Garcías tan maltratado por muchos, un equipo, no obstante, en el que estaban Camacho, Santillana, Juanito y Del Bosque. Y que llegó donde jamás pudo hacerlo la en ocasiones sobrevalorada Quinta del Buitre.
Durante muchos años pensé que me moriría sin ver ganar la Copa de Europa al equipo de mi barrio. Un poco como ese anciano del anuncio de Mitsubishi que preguntaba desde el otro mundo si el Madrid había vuelto a ganar ese título. Y cuando llegué a Cataluña no se me cansaba de repetir que las seis Copas de Europa del Madrid lo eran en blanco y negro, en tanto que la primera que el Barça había ganado era a todo color. Tal era la desazón cada año que me ratificaba en la idea de que aquello no podía suceder ni en el más plácido de los sueños.
Pero cuando pasaban treinta y dos años de esa Copa de 1966 y un servidor estaba a punto de cumplir los treinta y cinco, llegó la ansiada séptima, y con ella también aterrizó en el mundo mi hijo, que pese a ser catalán es más merengue que yo. Decir a modo de comentario que el chaval ha cumplido hace unos días veinticuatro años, y que nuestro equipo, que ya ha ganado catorce copas de Europa, acumula ocho en los veinticuatro años de mi hijo. Y esta última lo ha hecho frente a cuatro clubes financiados por jeques y nuevos ricos rusos, lo que tiene mucho mérito, y ofreciendo un espectáculo de equipo competitivo que nunca se rinde, que es lo que le distingue del resto de equipos.

No sé si habrá más Copas, quién sabe. Pero lo que sí puedo asegurar es que, por más que lo intento, no puedo creerme que este sueño que estamos viviendo sea verdaderamente real.