Carlos del Pozo

La vida en una página

Cuaderno de la Eurocopa (III)

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El campeonato entra en zona de turbulencias. En cada partido, uno de los dos rivales sobra y se vuelve a casa. Lo hemos visto en los octavos de final, ronda en la que han caído el campeón y subcampeón del Mundo, y también quien defendía el título, la campeona de Europa, amén de Holanda, que ahora se hace llamar Países Bajos y a quien tal vez haya pasado factura esa mudanza de nomenclatura.
Por lo general se está viendo buen fútbol, con partidos vistosos y emocionantes, con cuatro prórrogas y hasta una tanda de penaltis. Pero ya nadie es claro favorito, porque a las eliminaciones -en algún caso sorprendentes- de Francia y Portugal, hay que añadir una Italia que estuvo a punto de ser apartada por Austria -equipo notable y muy bien aseado-, y que ya no es tan clara candidata al título pues habrá de competir con Bélgica, ahora sin duda una de las favoritas. Me sigue sin gustar Inglaterra, pero mucho menos que se la deje jugar en un campeonato europeo cuando ellos no se consideran europeos y, sobre todo, que todos los partidos los juegue en casa, con sus aficionados y sin la posibilidad de que seguidores foráneos entren en el país por la variante delta. Así es posible que hasta Kane meta un gol.
Punto y aparte para España. Un slogan de la dictadura franquista era aquel del
Spain is diferent. Y lo somos, qué duda cabe, y nuestra selección también. Al principio del campeonato se decía que el equipo no tenía gol, pero en dos partidos ha firmado diez tantos. Lo más divertido es que es un conjunto imprevisible, por joven, por inexperto y por osado, capaz de grandes cagadas y también de inesperadas reacciones. Empezando por el entrenador, que cambia de alineación como de vestimenta, y siguiendo por los jugadores, capaces de lo peor y lo mejor. Tal vez en esa continua mutabilidad esté la clave del éxito.

Y es que aquí lo único que no cambia es la nevera de Luis Enrique.