Como cada nueve de noviembre

Ramito de violetas es probablemente una de las más hermosas canciones que nunca se hayan cantado en español. Por si alguien no la recuerda, explica la historia de esa mujer cuyo marido era el mismo demonio, tenía muy mal genio y nunca fue tierno. Una mujer que recibe cartas de amor, flores por primavera y un ramito violetas cada nueve de noviembre, como siempre y sin tarjeta, de alguien a quien no conoce, aunque se lo figura como un tipo de pelo cano, sonrisa abierta y ternura en las manos. Al final, sorprendentemente, se nos revela que ese amor secreto que ella imagina no es otro que su propio marido.
La letra y la música de esa canción pertenecen a Eva Sobredo, que pasó a la historia de la música como Cecilia. Fue una cantautora que dejó un puñado de buenas canciones y a la que un estúpido accidente de coche segó la vida a los veintisiete años. Una madrugada, cuando regresaba a Madrid de una actuación en Vigo, el coche en el que viajaba con su grupo chocó con un carro tirado por bueyes en un pueblo de Zamora. Pese a que eso ocurrió hace cerca de cuarenta años, sus discos se reeditan continuamente y sus canciones han sido versionadas por todo tipo de intérpretes.
Hasta hace poco esa fecha del nueve de noviembre se asociaba inexcusablemente a esa hermosa canción y a su autora. Desde hace unos meses, la actualidad política se ha apropiado de esa fecha, para la que se previó una consulta soberanista a la población catalana. No opinaré sobre la oportunidad, viabilidad ni legalidad de esa consulta -ahí no me cogerán-, ni sobre la postura de Rajoy sobre el asunto, eso en el hipotético supuesto de que Rajoy tenga una postura sobre algo, más allá de su proverbial tancredismo político. Pero, sobre todo viviendo en Cataluña, les diré una cosa: ese asunto y esa polémica me han terminado agotando. Ha sido tal el cúmulo de información, las acusaciones mutuas, las falacias y los despropósitos cultivados por ambas partes que uno ha llegado extasiado al presente, casi sin respiración.
No se sabe qué ocurrirá el nueve de noviembre. Parece que la consulta anunciada no se celebrará, ni por las buenas ni por las malas, y que en su lugar habrá un sucedáneo del que se han desmarcado algunas fuerzas políticas que apoyaron la primera propuesta. Rajoy se ha felicitado a sí mismo y ha proclamado que el problema se ha solucionado, cuando lo más probable es que no haya hecho sino comenzar. Y lo único que uno desea fervientemente es que esa buena mujer de la canción de Cecilia, el próximo nueve de noviembre y el de los años venideros, siga recibiendo de su amor secreto un ramito de violetas, como siempre y sin tarjeta.
Era feliz en su matrimonio
Aunque su marido era el mismo demonio
Tenía el hombre un poco de mal genio
Y ella se quejaba de que nunca fue tierno
Desde hace ya más de tres años
Recibe cartas de un extraño
Cartas llenas de poesía
Que le han devuelto la alegría
Quien la escribía versos dime quien era
Quien la mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre
Como siempre sin tarjeta
La mandaba un ramito de violetas
A veces sueña y se imagina
Cómo será aquel que tanto la estima
Sería un hombre más fiel de pelo cano
Sonrisa abierta y ternura en las manos
No sabe quien sufre en silencio
Quien puede ser su amor secreto
Y vive así de día en día
Con la ilusión de ser querida
Quien la escribía versos dime era
Quien la mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre
Como siempre sin tarjeta
La mandaba un ramito de violetas