Carlos del Pozo

La vida en una página

El fútbol de antes

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Decía mi tío Gonzalo, que además de mi tío era mi padrino, que como el fútbol de antes, nada igual se ha visto después. Para él, el fútbol de antes era el del Real Madrid de Di Stefano de las cinco Copas de Europa consecutivas. Que esto lo dijera en los setenta, o en los ochenta, que es cuando murió, podía entenderse: en esas décadas pudimos sufrir al peor Madrid de la historia, al Madrid de los Garcías y compañía. Pero es una pena que no pudiese ver, él que era un gran madridista, al Madrid de la Quinta del Buitre, o al de las siete Copas de Europa que obtuvo en veinte años. El tío solo pudo ver las seis primeras.
Mi hijo Víctor me pregunta muchas veces cómo hubieran lucido las estrellas de otras épocas en el fútbol actual, esto es, si Di Stefano, Cruyff, Pelé o Maradona estarían hoy a la altura de Messi o Cristiano Ronaldo. El fútbol ha evolucionado lo suyo en las últimas décadas, hay pocas figuras y casi todas ellas se apoyan en el colectivo, y además, el elemento físico, por lo general, prima por encima del talento. Creo que todos ellos se habrían adaptado a la época y habrían seguido siendo grandes jugadores -excepto Pelé, a quien creo que se le ha sobrevalorado de una manera desmedida-, porque condiciones técnicas no les habrían de faltar para ello.
Yo llevo viendo fútbol cincuenta años y creo que el mejor fútbol que yo he visto se juega ahora, de veinte años a esta parte. Los jugadores, en general, son más completos, los defensas saben jugar al fútbol y muchos de ellos meten goles preciosos -antes se dedicaban al patadón y tentetieso o a la simple patada en la espinilla-, los laterales son carrileros y saben centrar desde la línea de fondo, los delanteros centros atesoran buena técnica -no todos- y hasta los entrenadores son bienhablados, pues quien más quien menos posee una carrera universitaria.
También ha cambiado la manera de ver el fútbol. Ahora pueden verse diez partidos por la televisión cada fin de semana cuando antes retransmitían solo uno, por lo general en blanco y negro. Hay aficionados que no han ido nunca a un estadio y que lo que conocen lo conocen por la pequeña pantalla. Antes la gente iba a los estadios y escuchaba las narraciones de los partidos por la radio, y entonces, cuando metían un gol no había posibilidad de repetirlo; si te descuidabas encendiendo el puro o pelando pipas te lo habías perdido sin remisión. Ahora los goles son analizados por ese mecanismo del VAR y uno los ve repetidos docenas de veces. Y docenas de veces tanto piensa que es un gol legal cuanto tantas otras que no lo es.
Llevamos casi tres meses sin ver fútbol por culpa de la dichosa pandemia. Al principio pensábamos que no aguantaríamos sin nuestra ración semanal de fútbol, porque los fines de semana son de la liga y los miércoles de la Champions. Pero hemos aguantado. Yo, al cabo de un par de semanas, apenas lo echaba de menos, aunque bien es verdad que uno estaba preocupado por algo más importante: si los míos y un servidor podríamos contarlo. De momento lo podemos contar.

Dicen que a mediados de junio volveremos a ver fútbol por la tele. Será un fútbol diferente, sin público, que es como beberse una cerveza sin alcohol. Ya hemos visto a los jugadores entrenarse con mascarilla, tomándoles la temperatura al llegar a las ciudades deportivas, guardando las distancias con técnicos y empleados del club. Todo cambiará porque todo ya está cambiando. Entonces añoraremos, como mi tío Gonzalo, el fútbol de antes. En nuestro caso, el de antes de la pandemia.