Carlos del Pozo

La vida en una página

Berlanguiano

Berlanga

Siempre se dijo de Luis García Berlanga que era el número dos del cine español. Primero tuvo delante a Buñuel, más tarde a Saura y, cuando parecía que iba a ocupar el olimpo de los directores cinematográficos, apareció Almodóvar. Cuando se lo recordaban, él sostenía que prefería seguir siendo el número dos. Ya Cervantes en nuestro Quijote decía aquello de y si es que son de justa literaria, procure vuestra merced llevar el segundo premio, que el primero siempre se lo lleva el favor o la gran calidad de la persona, pero el segundo se lo lleva la mera justicia. Seguro que Berlanga pensaba lo mismo.
Se cumple este año el centenario del nacimiento del egregio cineasta valenciano, y pocos directores existen en la historia de nuestro cine tan personales, peculiares e inolvidables como él. Luis García Berlanga, o simplemente Berlanga, es la sátira disfrazada de sonrisa, la voluptuosidad hedonista y el sarcasmo fallero y genuinamente mediterráneo. Sus películas han hecho grandes a los actores que las protagonizaron, sobre todo a los secundarios, que adquirieron vuelo en la mayoría de sus trabajos, y sus guiones engrandecieron a su colaborador más señalado, Rafael Azcona, que desde que su amigo se retirara de la dirección a finales de los ochenta, acabó siendo un digno preservador de su obra colaborando con otros realizadores como García Sánchez o José Luis Cuerda.
Son inolvidables
Plácido, Calabuch o El verdugo en su primera época, y la trilogía Nacional y La vaquilla ya en su madurez, pero obras no tan renombradas como Tamaño natural o Vivan los novios contienen generosos brochazos de sus chispeantes diálogos o un palmario dominio de la comedia coral. Prácticamente ninguna de sus películas ha envejecido, y todas se siguen viendo con interés por las nuevas generaciones debido a la frescura que destilan. Murió hace diez años, frisando los noventa, pero su cine ha devenido en inmortal.
La Real Academia Española incorporó hace unos meses a su diccionario la palabra berlanguiano. Se define en el diccionario de diccionarios como
Perteneciente o relativo a Luis García Berlanga, cineasta español, o a su obra (adjetivo). Bien, nuestros académicos no se han roto la cabeza a la hora de definir el vocablo, aunque ese término se define cabalmente echándole un vistazo a nuestra actualidad y viendo a esa caterva de caraduras compuesta de obispos, militares, alcaldes y concejales que se vacunan contra la covid-19 cuando no les tocaba, pasando por delante de otros ciudadanos anónimos. Eso, señores académicos, eso significa lo berlanguiano.

Y qué gran película hubiese hecho don Luis a cuenta del asunto.