Carlos del Pozo

La vida en una página

Los cuadernos de Rusia (III)

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Decía el otro día el presidente de la FIFA que éste de Rusia había sido el mejor mundial de la historia. El presidente de la FIFA es ese señor calvo y suizo -decir presidente de la FIFA y suizo es una reiteración, igual que decir psiquiatra argentino-, que en todos los palcos daba la mano a los presidentes de los países ganadores y consolaba a los que habían perdido el partido. Yo creo que ese señor ha visto pocos mundiales y lo que dijo fue algo así como que habían sido los mejores porque estaba él dirigiendo el cotarro. Uno, que peina canas y ha visto ya doce mundiales, cree, sin embargo, que puede que estemos ante el peor mundial de la historia.
Fútbol, la verdad y dejando aparte a Croacia y Bélgica, se ha visto bien poco en este mundial. Ha primado la estrategia maquiavélica sobre el buen juego, el balón parado por encima del juego combinatorio, los centrales sobre los mediocampistas de creación o los delanteros de fantasía. Otra cosa ha sido lo de los porteros: algunos muy buenos, como el inglés -parecía un alumno travieso de college refinado, sólo le faltaba el uniforme-, el croata o el mejicano, y otros patéticos como De Gea o el francés, que dio la cantada fin de fiesta en la final. Hay equipos como Inglaterra que sólo marcaban a balón parado, y que en los córners han enseñado al mundo una novedosa versión de la conga de Jalisco. Su goleador, Kane, un paquete de cuidado, ha sido el pichichi del mundial con seis goles, tres de ellos de penalti y tras firmar un hat.-trick frente a la temible Panamá.
Mal estuvieron Argentina, Brasil o Alemania pese a tener en sus filas buenos jugadores, aunque yo creo que la peor noticia fue, ya antes de comenzar el campeonato, la ausencia de Italia. Italia es una selección cuyo juego no puede calificarse de exquisito, pero en pillería, eficacia y competitividad ganan a cualquier otro rival por goleada. Por eso yo creo que este mundial nacía muerto: nunca debiera haberse jugado en ausencia de la
squadra azzurra.
La ganadora, Francia, demostró que con músculo y sin pelota también se pueden ganar campeonatos. Es una evidencia nada desdeñable. Muchos intentan encontrar similitudes entre la Francia que ganó en su casa el mundial de 1998 y la reciente campeona. La gran diferencia es que aquélla tenía a Zidane, y ésta a un ramplón y vulgar Griezmann. No es poca diferencia.
En la radio española de los años cincuenta había un humorista argentino llamado Pepe Iglesias, popularmente conocido como
El Zorro, que acababa sus programas siempre con la misma frase: … del finado Fernández, nunca más se supo. Muchos se preguntarán qué fue de España en este mundial. Bien sencillo: igual que del finado Fernández, de la selección española nunca más se supo.