Carlos del Pozo

La vida en una página

Hary Potter nunca estuvo allí

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Hay en Oporto, la entrañable ciudad portuguesa, una de las librerías más hermosas del mundo. En concreto el rotativo británico The Guardian declaró en 2008 que la tercera librería más bella del mundo -detrás de una de Maastricht y otra de Buenos Aires- era la llamada Lello e Irmao, más conocida simplemente por Lello, y que está ubicada en la Rua das Carmelitas, muy cerca de la Torre de los Clérigos, en pleno casco antiguo de la ciudad.
Yo creo que cuando la gente viaja por ahí no se preocupa de conocer las mejores librerías que hay en cada sitio. Ni tan siquiera las más bonitas. Se visitan las iglesias y catedrales, los monumentos con simbología propia y los lugares que millones de personas han inmortalizado en sus fotos antes que ellos. Lo de visitar una librería, sea bonita o no, tenga muchos o pocos libros, eso suele quedar para los enfermos de la literatura, que somos cuatro o cinco.
Pero a alguien se le ocurrió un buen día desvelar que esa librería Lello e Irmao era en realidad la transmutación real de la biblioteca de Hogwarts que aparece en la exitosa saga de los libros de Harry Potter y en sus secuelas cinematográficas. La librería hasta entonces tenía su clientela y capeaba, mal que bien, la perpetua crisis del libro y de la literatura en general. Pero a partir de tan colosal revelación, los clientes se multiplicaron y la librería comenzó a recibir un contingente enorme -de turistas en su mayoría- que querían verla, fotografiarla y ascender por su hermosa escalera. En algunas jornadas se sobrepasaba en cuatro mil personas el número de visitantes, aunque de todos ellos una pequeñísima porción compraba algún libro. Algo que, por si hay que aclararlo, es mayormente para lo que están las librerías.
J.K. Rowling, la exitosa autora de la célebre saga de novelas de Harry Potter, vivió un par de años en la ciudad de Oporto, y en su también mítico Café Majestic comenzó a pergeñar las historias del niño aprendiz de mago. La librería Lello, cuya belleza y majestuosidad cautivaron desde un principio a la novelista británica, que la visitaba con frecuencia, fue trasladada a sus novelas transformándola en la biblioteca del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Y sirvió también de inspiración para la escenografía de las películas que se rodaron basadas en las novelas de Rowling. Lo que se ha desvelado hace poco es que las películas no se rodaron allí, sino en los estudios de Warner en Londres, que recrearon la biblioteca del colegio Hogwarts basándose en la Lello de la Rúa das Carmelitas de Oporto.
Sin embargo, toda esa fama no le ha sentado muy bien a la librería en cuestión; muy al contrario. El exceso de visitantes ha comportado una necesaria ampliación de la plantilla de la librería y no necesariamente un aumento de ventas de los libros allí expuestos. Y una librería, básicamente, vive de los libros que en ella se venden, no de las hordas que fotografían sus estancias. Incluso sus propietarios, pese al elevado volumen de visitantes, se llegaron a plantear el cierre del negocio por la falta de beneficios. Pero a alguno de ellos se le ocurrió cobrar tres euros por entrar en la librería, lo consultó con el ayuntamiento y éste les dio el beneplácito. Esos tres euros son descontados de las posibles compras de libros y de ese modo la librería ha podido sortear la crisis.
Yo creo que con el auge de la fotografía digital experimentado la última década nos hemos vuelto todos un poco locos. Ahora ya no se fotografían paisajes sino que también se retratan los guisantes en un mercado, las salchichas en una carnicería y hasta las librerías. Por eso el que quiera inmortalizar, que lo pague. Y un consejo a los de la Lello de Oporto: yo que ellos propondría al ayuntamiento cobrar cinco euros, eso sí, a descontar de posibles compras de libros.