Carlos del Pozo

La vida en una página

Los Urquijo

secretos

Estos días se cumplen veintidós años desde la trágica muerte de Enrique Urquijo, el indiscutible líder de Los Secretos. En su conmemoración se ha editado un disco del concierto que hace dos años ofreció la banda en el WiZink Center de Madrid para evocar las dos décadas sin Enrique. También La 2 de TVE dedicó hace un par de semanas un Imprescindibles dedicado a la figura del mediano de los Urquijo, con fragmentos de conciertos y entrevistas a músicos que acompañaron su carrera. Se puede ver el PlayTve y es muy recomendable. Pero yo creo que lo más interesante de la efeméride es la aparición de un libro que minuciosamente nos relata la historia del grupo. Lo firma Álvaro Urquijo, el pequeño de la dinastía, auténtico continuador de la banda y heredero musical de su hermano. Lleva por título Siempre hay un precio -titulo de una canción que aparece en Primer cruce-, y la Editorial Espasa lo subtitula: Esta es la historia jamás contada de Los Secretos. Ay los editores.
El libro es maravilloso. Creo que nunca en nuestro país se había contado con tal grado de amenidad y detalle la génesis y la peripecia de un grupo de pop como lo hace Álvaro en este libro. Los comienzos, con una banda llamada Tos, con la desgracia de los dos primeros baterías fallecidos en accidente de tráfico, la desdichada muerte de Enrique en un portal -desmintiendo el autor que fuese a causa de una sobredosis, sino por la mezcla de ansiolíticos y droga, en un capítulo verdaderamente escalofriante-, pero también los éxitos, los grandes conciertos y las colaboraciones con otros artistas, jalonan el recorrido de este libro.
En el relato, Álvaro nos explica escrupulosamente cómo funciona la industria del pop, con sus managers, productores y discográficas. Pero también la relación de tres hermanos con sus padres, la reticencia del padre a que entraran en ese mundo y los sufrimientos de la madre contemplando impotente cómo sus retoños caían -con mayor o menor intensidad, según los casos- en el infierno de la droga y el alcohol. Precisamente ese nombre, Los Secretos, lo eligieron dado que sus padres no se enteraron de que sus hijos tenían un grupo musical hasta que no grabaron su primer disco.
Los recuerdos de Álvaro son densos y desprovistos de toda clase de maniqueísmo. Perdona casi todo de su hermano Enrique, a quien siempre protegió de una tendencia atávica a caer en la depresión y las drogas, y que registra a su nombre numerosas canciones que parten de ideas y composiciones de su hermano pequeño. Pero es también este libro el relato de un resistente que ha logrado, más de dos décadas después de la desaparición del alma mater del grupo, mantenerlo en pie haciendo buenas canciones y escogiendo excelentes músicos para continuar el legado que tres hermanos comenzaron un día a forjar en el garaje de un piso del barrio de Argüelles.
Y ese grupo, que me ha acompañado más de media vida, sigue haciéndolo ahora porque uno vuelve a sus canciones con verdadera frecuencia. Y si me piden que elija una canción de entre todas, lo hago con una que no es de las más descollantes y exitosas:
Otra tarde. Entre otras cosas porque en ese tema están mis diecisiete y dieciocho años, los primeros reveses amorosos, la incertidumbre ante el futuro, y también la melancolía de los domingos por la tarde.

Y porque va adosada a mi biografía de tal modo que resulta imposible desprenderse de ella.