Carlos del Pozo

La vida en una página

Uno de los grandes

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Hace unos días conocimos la noticia de la muerte de Tony Luz, y en casi todos los obituarios que he leído -que son unos cuantos- se destacaba de él que fue el primero de los cuatro maridos que se le conocen a Karina y que compuso para ella El baúl de los recuerdos. También se señalaba que había formado parte de los primeros años de una banda muy conocida en los años sesenta, Los Pekenikes, cultivadores del primer rock instrumental que se hizo en España y conjunto telonero de los Beatles en su mítica actuación en la Plaza de toros de las Ventas en 1965. Se decía eso de él y de su muerte, y, ya digo, salvo alguna excepción, poco más.
Antonio Luz Payer, que así se llamaba nuestro hombre, nació en Madrid hace setenta y cuatro años. Empezó a estudiar Arquitectura en la Universidad Politécnica, y parecía que su futuro estaba allí, entre planos y edificaciones, ya que sus calificaciones en los primeros años fueron excelentes. Pero todo aquello se tuerce cuando alguien le ofrece comprar una guitarra eléctrica a un soldado americano de la base militar de Torrejón de Ardoz. Es una Silvertone de Blues del 57’, ahí es nada, y el futuro arquitecto pasa de aprobar un curso por año a hacerlo a razón de una asignatura por curso. Pero la historia de la música pop en España gana para sí a uno de sus grandes.
Aunque sus primeros pinitos con la guitarra acaecen acompañando ocasionalmente a Luis Eduardo Aute y su grupo Los Tigres -rock and roll puro-, empezó, como ya se ha dicho, con los Pekenikes de los hermanos Sainz. Todos se habían conocido estudiando en el Instituto Ramiro de Maeztu, el mítico centro de la calle Serrano de Madrid, y contaron en su formación con varios cantantes hasta que decidieron convertirse en un grupo instrumental, primero adaptando viejas canciones del folklore español -como
Los cuatro muleros, de Lorca- y después creando éxitos propios como Hilo de seda, Lady Pepa o Cerca de las estrellas. El grupo comienza a decaer cuando Tony se marcha al servicio militar, y a su regreso se disuelve definitivamente.
La siguiente etapa es más rockera y gamberra, y la ocupa Zapatón por un lado, y Bulldog por otro. La primera de las formaciones registra un solo disco en tres años de vida; la mitad de los temas son instrumentales y a la batería aparece un jovencísimo Ñete, futuro percusionista de Nacha Pop, grupo al que Tony produciría su primer disco. Bulldog dura cerca de siete años y cosecha notables éxitos al socaire de la resurrección del rockabilly protagonizada por bandas como Matchbox o Stray Cats. Tras la experiencia, y salvo la efímera etapa de Los Silver Tones en 2010 -su última grabación en estudio-, ya no vuelve a tocar en una banda estable, aunque participará en diferentes conciertos de El Purgatorio, Brigada Senil o Perro viejo.
Dejando aparte su etapa con Karina como productor y compositor -de la que nunca renegó- tal vez destaca Tony Luz en dos facetas poco conocidas: la de diseñador gráfico de carpetas de discos y la de productor. Como diseñador gráfico su obra es ingente y se cuentan por docenas las carpetas que diseñó, en buena parte gracias a sus dotes de dibujante aprendidas en sus años universitarios en Arquitectura. Gentes tan variopintas como los Monjes de Silos, Nacha Pop, Paloma San Basilio o Radio Futura pueden presumir de portadas realizadas por él. Como productor hay que destacar, aparte de todas las bandas de las que formó parte, su trabajo con grupos como Loquillo y los Trogloditas o Los Rebeldes. Hablamos de cincuenta años indisolublemente unidos a la música en todas las facetas, y por eso hay que lamentar que se nos haya ido un grande.