Carlos del Pozo

La vida en una página

Cuaderno de la Eurocopa (IV)

semifinales

Ya estamos en semifinales y con la selección española entre los cuatro mejores del continente. Pocos podían predecirlo antes de comenzar el campeonato -servidor, en este blog, fue uno de ellos-, pero con tipos como Luis Enrique, a ratos iracundo, todo es posible.
España estuvo espesa frente a los suizos, pero claro ¿quién no se espesa frente a esa tropa disciplinada, ordenada y perfectamente mecanizada como los relojes que fabrican? Más de cuarenta minutos jugando contra diez arrojan un pobre balance: veintiocho tiros a puerta y un gol de carambola, en tanto que el rival tira una vez a puerta con asistencia magnífica de nuestros centrales y marca. Pero hasta en los partidos más grises debe emerger el gen competitivo que hasta la eclosión de la generación de 2008 a 2012 no asomaba por ningún lado. Y los penaltis, que contra Francia habían premiado a los suizos -unos suizos con poca pinta de suizos, todo ha de decirse-, cavaron su fosa frente a una selección, la nuestra, con un portero estupendo que nos dio el pase.
De los tres rivales en semifinales hay poco que decir. Italia me parece la selección más fuerte, con sus sombras, pero con un nivel competitivo muy elevado al que ahora añaden un fútbol excelente que yo no les he visto practicar en medio siglo. Dinamarca es la cenicienta, repuesta del soponcio de su mejor jugador. E Inglaterra… Ay Inglaterra, parece que este torneo lo hayan fabricado para que lo gane. A mí sigue sin gustarme, pero claro, cinco partidos al máximo nivel sin encajar un gol me invitan al menos a la duda.
Al comienzo del campeonato muchos fueron los que criticaron que Luis Enrique no seleccionara ningún jugador del Madrid. Yo nunca me alineé con esa tesis, porque veo jugar a mi equipo cada domingo y sé que solo juegan dos o tres nacionales en él como titulares. Con Ramos y Lucas Vázquez lesionados, y Asensio e Isco muy bajos de forma, el entrenador hizo lo que debía. ¿Nacho? Puede ser, ha hecho una buena temporada, pero tampoco pasaba nada si no lo convocaba.
Lo que parece que nadie se ha dado cuenta es de que el Madrid está muy presente en el juego de la selección, más de lo que la gente piensa, y es que los mejores momentos del equipo coinciden con la indumentaria inequívocamente blanca de su equipación. A España le sienta muy bien el blanco, ya lo hemos visto.

Y no deberíamos olvidarlo.